Cocinar con dignidad
Colombia tiene una deuda con estos compatriotas localizados lejos de todo y con profundas carencias.
Luis Augusto Yepes
Consultor experto
Según la última Encuesta de Calidad de Vida del Dane, con información del 2017, el país tiene 14,7 millones de familias, de las cuales 982.000 cocinan con leña, madera o carbón de leña. El 89 por ciento vive en pequeños centros poblados o son usuarios rurales dispersos. Considerando un promedio de 3,27 personas por hogar, se tendría un poco más de 3,2 millones de colombianos que diariamente deben preparar sus alimentos con estos recursos. La misma encuesta del 2016 arrojó un total de 1’229.000 familias cuyas necesidades de cocción de alimentos se atienden de igual manera.
La conclusión de ambos estudios es la misma: muchas familias colombianas al no contar con un recurso energético digno para atender las necesidades básicas de cocción de alimentos, tienen que acudir a lo que encuentren a la mano: leña de los bosques, carbón, biomasa y cualquier otro elemento. Esta situación trae dos problemas: la tala de bosques y su impacto en las zonas cercanas a los nacimientos de fuentes de agua, y la repercusión en la salud de las personas al cocinar con estos recursos en recintos cerrados, poco ventilados, en los cuales inhalan el humo de combustión y los residuos de la quema de leña y carbón. Las más afectadas por estas prácticas son las madres de familia y las niñas, quienes, en la mayoría de los casos, realizan las labores domésticas.
Según el Ministerio de Salud, el costo anual promedio de los impactos en salud por la contaminación del aire en locales cerrados asociada principalmente al uso de leña en las zonas rurales de Colombia es de 1.129 millones de pesos (0,22 por ciento del PIB en el 2009). El 84 por ciento de estos costos corresponde a mortalidad infantil y femenina.
El Gobierno de India, afrontaba una situación similar con un considerable número de muertes cada año, y definió como política pública incentivar el uso de recursos energéticos, como el gas propano, para que la población rural tenga un sistema digno y saludable para cocinar sus alimentos. El Gobierno indio determinó la canalización de recursos para subsidiar la adquisición del equipo básico de cocina, cilindro y sus componentes y la estufa a gas, así como para atender los costos del gas propano requerido por estas familias. Además, como parte central de la política, se determinó empoderar a las madres y a las niñas para asegurar que los beneficios de este programa lleguen directamente a los miembros de las familias que sufren el impacto directo en su propia salud. Con una cobertura del 100 por ciento de estos programas a nivel mundial, se lograría prevenir 500.000 muertes prematuras cada año y salvar millones de hectáreas de bosques.
El Gobierno Nacional ha hecho esfuerzos importantes en materia de subsidios para apoyar a las comunidades rurales a fin de facilitar el tránsito al gas propano como energético de cocina en zonas aisladas. Sin embargo, aún falta concretar un esfuerzo mayor. Colombia tiene una deuda con estos compatriotas localizados lejos de todo y con profundas carencias. ¿De dónde sale el dinero? De los ahorros en los costos de salud y reorientando los recursos que se gastan en toda clase de subsidios para atender a quienes más lo necesitan.